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Aunque es una película de ficción, Enemigo público - con
Will Smith y Gene Hackman- muestra cómo una persona se convierte en blanco
en Washington. Will Smith interpreta a un abogado de Washington que se convierte en
el objetivo de una falsa campaña de “señalamiento y desprestigio”,
llevada a cabo por personal de las agencias de inteligencia norteamericanas, quienes
temen que él tiene evidencias de su culpabilidad en el asesinato de un congresista.
Este personal, cuenta con acceso rápido a cada dato de la “autopista
de la información” –desde la cuenta bancaria de Will, pasando por
sus conversaciones telefónicas, hasta su ubicación exacta– y a
los medios que sean requeridos para destruir su carrera y hacer amenazas contra su
vida. Alguna vez, el organizador de una conferencia de inversionistas me presentó
ante los asistentes de la misma, diciendo: “¿Quién aquí
ha visto la película Enemigo público? La mujer que estoy a punto de
presentarles interpretó el papel de Will Smith en la vida real”.
Un día era una empresaria rica con una casa hermosa, un negocio exitoso y mucho
dinero en el banco. Al día siguiente estaba siendo perseguida y tenía
mis activos incautados. Afronté unas 18 auditorias e investigaciones, una campaña
de difamación - dirigida no sólo contra mí, sino también
contra familiares, colegas y amigos que me habían ayudado- y nueve años
de litigio, altamente personalizado, contra Hamilton Securities Group. Durante muchos
años, quienes que me ayudaban y yo enfrentábamos un grave hostigamiento
físico y vigilancia hacia nosotros, llevada a cabo, en mayor parte, por fuerzas
ocultas y oscuras. Sucesos tales como allanamientos de casas, persecuciones, envenenamientos,
seguimiento a quienes eran invitados mi lugar de residencia o al de los otros afectados,
advertencias a amigos, colegas y familiares para que no se relacionaran conmigo, un
animal muerto dejado en mi puerta, y cosas aún peores, se volvieron comunes.
Los problemas empezaron a finales de 1995 y evolucionaron implacablemente a investigaciones
y litigios significativos en 1996. [60] Ataques tanto frontales como secretos llegaron
en oleadas, algo que no tenía sentido para mí hasta que empezamos a
trazar el mapa, en forma cronológica, de los esfuerzos paralelos que se llevaron
a cabo para ocultar el reportaje “ Alianza Oscura”, escrito por Gary Webb,
y efectuar la coordinación con las ganancias de la bolsa valores llevada a
cabo por quienes invierten en las empresas de gestión de la inmobiliaria del
HUD y en prisiones privadas tales como Cornell Corrections. Se estaba librando una
guerra - por los jugosos flujos de dinero determinados por el presupuesto federal
- entre los que ganaban su dinero con el desarrollo de comunidades y la “economía
de paz”, y quienes lo obtenían con el fracaso de las mismas y la “economía
de guerra”. Mientras subía el índice Dow Jones y los precios de
la bolsa, esta guerra económica se hacía cada vez más feroz.
Por ejemplo, una comparación entre cómo el Departamento de Justicia
(DOJ) trató al Hamilton Securities Group –una firma que ayudaba a las
comunidades para que salieran adelante – y cómo trató a Enron
–una empresa que destruyó ilegalmente a pensiones y comunidades –
dice mucho sobre las verdaderas intenciones del sistema. [61]
En marzo de 1995, la primera venta de préstamos de más de mil millones
de dólares por parte de HUD fue un éxito significativo. Su desempeño
sorprendió tanto a los que HUD tradicionalmente servía como a Wall Street.
La revista Barron’s publicó un artículo titulado “Aunque
no te lo creas, HUD hace algo bueno por los contribuyentes” (Jim McTague, 10
de abril de 1995). A muchos tomó por sorpresa, desprevenidamente, el éxito
de la venta, incluyendo los precios que se obtuvieron como resultado del ingenio de
la banca de inversión combinado con el de la tecnología informática
involucrada.. HUD estableció el equipo de la FHA, con el Hamilton Securities
Group como principal asesor financiero, como uno conformado por líderes importantes
de una reingeniería auténtica, a diferencia de lo que me pareció
una reingeniería netamente publicitaria que venía de la Oficina para
la Reingeniería de Gobierno de Al Gore y Elaine Kamarck.
Un indicio de los problemas que estaban por venir fue la respuesta de Mike Eisenson,
jefe de la cartera de acciones privadas del Fondo de Donaciones de Harvard. Mike,
quien más adelante se conocería por su papel en la financiación
de la empresa petrolera de George W. Bush, Harten Energy, fue el responsable –junto
con Pug Winokur, miembro de la junta directiva de Harvard y presidente de DynCorp–
de la inversión llevada a cabo por Harvard en Nacional Housing Partnerships
(NHP), una de las empresas más grandes de gestión de la inmobiliaria
de HUD. Mientras que nos estábamos preparando para la puja de las primeras
ventas “billonarias" de préstamos, yo llamé a Mike. Contestó
el teléfono y me dijo, “¡jódete!” Luego explicó
que odiaba nuestro proceso de puja: la única manera en que Harvard podría
ganar era pagando más dinero que los otros postores. Una de las razones por
las cuales esto se convertía en un problema era que NHP tendría que
competir por sus hipotecas en mora, y sería obligado cumplir con los estándares
del mercado en cuanto a honorarios de gestión inmobiliaria, o perdería
negocios en propiedades donde la transferencia de la hipoteca hubiera dado al nuevo
propietario el derecho a cambiar de gestión. Se decía que NHP era la
inversión más grande de Mike. Para obtener una ganancia en la venta
de NHP, sería necesario que NHP hiciera una IPO (Inicial Public Offering. Lo
cual significa que NHP no necesitaba menos negocios privilegiados con el gobierno,
sino cada vez más.
El proceso de puja que yo había creado estaba generando enfrentamientos,
entre pequeños y grandes inversionistas de inmobiliarias, hipotecas y acciones,
unos a otros, de una manera que aumentó considerablemente la competencia, a
comparación de las prácticas tradicionales de puja. Como resultado de
ello, HUD atrajo nuevo interés de los inversionistas para comprar sus hipotecas
en mora, además de una recuperación mucho más alta de esas hipotecas.
Así, con aproximadamente 10 mil millones de dólares en ventas de hipotecas,
dirigidas por el Hamilton Securities Group, HUD pudo generar 2.2 mil millones en ahorros
al Fondo de la FHA. Auditorias posteriores confirmaron que las ventas de hipotecas
tuvieron un impacto positivo para las comunidades en donde estaban ubicadas las propiedades.
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J. Roderick Heller III
(Foto cortesía de la YORK Company) |
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Una de las muchas ironías con respecto las ventas de préstamos era
que J. Roderick Heller III, el presidente de NHP, me había pedido que abriera
Hamilton para que sirviera como banco de inversión principal de NHP. Cuando
me reuní con Rod y Mike en el Harvard Club a principios de los 90 para firmar
el contrato, intentaron hacer grandes cambios a las condiciones del trato y, esencialmente,
abrogaron el contrato verbal de Rod. Si hubiéramos pasado a ayudar a NHP como
planeamos originalmente, no habríamos servido como principal asesor financiero
a HUD y FHA. Si el grupo de inversión privada de Harvard se resintió
por nuestra ayuda al regulador gubernamental de la inversión más grande
de su cartera, no tenía por qué culpar a nadie que no fuera sí
mismo.
Otro indicio de los problemas por venir fue que empecé a recibir correos
electrónicos rarísimos de Tino Kamarck, el esposo de Elaine Kamarck,
quien dirigía la Oficina de Gore para la Reinvención de Gobierno en
la Casa Blanca. Había conocido a Tino, entonces segundo al mando en el Export
Import Bank (luego sería presidente), cuando trabajaba en Wall Street, pero
no lo conocía muy bien. Inesperadamente, me mandó un correo electrónico
que expresó nociones extrañas e incorrectas tanto de mi estilo de vida
como mis costumbres, y propuso que tuviéramos un affaire. En ese momento sospeché
que tenía motivos ocultos. El sexo en Washington casi nunca tiene nada que
ver con sexo: suele estar relacionado con trucos sucios y una sucia manera de hacer
política. Una de las cosas que me inspiró para que fundara mi propia
firma había sido escuchar a Jack Kemp, el secretario de HUD cuando yo era subsecretaria,
ordenándome durante veinte minutos que alargara mi falda, durante una reunión
que no tenía nada que ver con faldas. Sospeché que realmente fue un
intento infructuoso por parte de Jack para hacerme perder los estribos. Estaba manejando
el dinero de la FHA demasiado limpiamente. A pesar de mi propuesta de trasladarme
a otra instancia del gobierno, Jack prefería obligarme a salir de una manera
en la que yo podría ser culpada por algo.
Para dar un sentido de interconectividad entre las cosas, uno de nuestros problemas
parecía ser Jonathan Kamarck - quien tenía un trabajo con el Subcomité
de Asignaciones Presupuestarias del Senado -, que era un defensor tan importante de
la Operation Safe Home de HUD, y no se sentía nada cómodo con el impacto
que tenían las ventas de préstamos de HUD en el negocio inmobiliario
tradicional. Jonathan me dijo que era el primo de Tino, así es de suponer que
era cercano tanto a este último como a Elaine Kamarck. Cuando llegó
el momento en que las acusaciones contra el Hamilton Securities Group ya se habían
desacreditado, y el Fondo de Donaciones de Harvard ya había sacado grandes
ganancias al liquidar sus inversiones relacionadas con HUD, Elaine se encontraba trabajando
en Harvard. Entre tanto, Tino trabajaba en una firma inmobiliaria de Boston que tenía
enlaces estrechos con Harvard y había logrado firmar un contrato con HUD para
hacer un poco del trabajo que llevaba a cabo Hamilton Securities Group. Varios años
después, me vi con un ex colega de Jonathan del Subcomité de Asignaciones
Presupuestarias del Senado, quien había ascendido al puesto de jefe de personal
de la oficina del presidente del subcomité, el Senador Kit Bond, quien expresó
su preocupación frente al hecho de que “el HUD se manejaba como una empresa
criminal”. Cuando el subcomité planeó, sólo unos meses
después, un gran aumento de presupuesto para HUD, me acordé de lo que
dijo el periodista Bill Moyers, ex secretario de prensa para la Casa Blanca, sobre
la alianza entre la CIA y la mafia: “Una vez que decidamos que todo vale, todo
nos puede volver a atormentar”.
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Cuando Andrew Cuomo
se presentó para ganar la nominación del Partido Demócrata como
candidato a gobernador de New York en 2002, informes de prensa indicaron que tenía
preocupaciones de que los votantes lo vincularan con la mafia. (Foto
cortesía de www.loper.org).
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La política tuvo un cambio serio cuando alguien de la Oficina del Inspector
General de HUD me informó que estaba en una reunión con Andrew Cuomo
–entonces subsecretario de desarrollo comunitario de HUD y futuro secretario
– y la inspectora general de HUD, Susan Gaffney. Cuomo les avisó que
estaba haciendo arreglos para deshacerse de Hamilton Securities Group y de mí.
Cuomo era considerado como muy cercano a Al Gore y su oficina, así como a sus
esfuerzos dirigidos hacia la “reorganización del gobierno”. Meses
después, Nic Retsinas, entonces subsecretario de vivienda, me informó
que la Casa Blanca le había ordenado que no empleara a Hamilton Securities
Group durante la próxima serie de contratos. No obedeció. Más
tarde, un asociado del subsecretario de administración, quien supervisa la
oficina de HUD que maneja contrataciones, me contó sobre las mismas ordenes
dadas por la Casa Blanca.
A pesar de las órdenes de arriba, por el contrario, en enero y abril de
1996 un nuevo contrato de prestación de servicios, proveniente de la HUD/FHA,
se concedió al Hamilton Securities Group. Según dicho documento, HUD
pagaría a Hamilton 10 millones de dólares anuales durante dos años,
para que sirviera como principal asesor financiero a la FHA. Nuestros éxitos
–desde concesiones provechosas de contratos, pasando por el análisis
generado por nuestros software, hasta las innovaciones en las bases de datos, que
tenían a Alan Greenspan pidiendo sesiones de nuestro equipo analítico
con el personal de la Reserva Federal – sorprendieron a varios de quienes pensaron
que nuestro compromiso con la tecnología no haría una diferencia significativa
en cuanto a transacciones del mercado o la lógica del balance.
Fue un periodo de riesgo y transición para muchos. Dillon Read y John Birkelund
se estaban recuperando ante el fracaso inesperado del inversionista principal de la
firma, el banco Barings. Después de ayudar a los socios de Dillon a que compraran
nuevamente su firma “Travelers” en 1991, Barings quebró como resultado
de un escándalo comercial en Asia a principios de 1995. Con Dillon como su
principal inversionista, Cornell Corrections estaba perdiendo dinero. El ex presidente
de Dillon y Secretario del Tesoro, Nick Brady, se encontraba aprendiendo sobre las
dificultades de empezar su propia firma, Darby Overseas Investments Ltd, en Washington.
El equipo de Clinton se preguntaba qué le pasaría si la toma del Congreso
por los Republicanos en 1994 provocara su derrota en las elecciones de 1996. La compensación
de Mike Eisenson era muy restringida debido a la publicidad alrededor de los sueldos
de Harvard Management, y fue sólo después que se animó a abrir
su propia firma (con – imagínense - un contrato de Harvard Management
que pagaba 10 millones al año, la misma cantidad que abarcaba el contrato de
Hamilton Securities Group con HUD). Sólo queda preguntarse qué pasaba,
entre bastidores, dentro de la CIA y del DOJ después de que el Memorando de
Entendimiento fuera rescindido en agosto de 1995. Es de suponerse que la rescisión
dejo a la CIA obligada a informar de todo lo relacionado con narcotráfico al
DOJ, y requirió que el DOJ se asegurara de que la CIA cumpliera con tales obligaciones.
Así, cualquier tipo de transparencia que Hamilton estuviera generando con sus
herramientas informáticas podría aumentar la responsabilidad penal de
la CIA, el DOJ y sus contratistas. Cuando la gente tiene miedo, o está manejando
riesgos crecientes, a veces se pone celosa del éxito de una empresa nueva.
Asimismo se siente frustrada por su propia incapacidad de insistir, abiertamente,
en que los recién llegados respeten las relaciones tradicionales del mercado,
sin mencionar las líneas de autoridad, así como los flujos ilegales
y ocultos de dinero.
A finales de la primavera de 1996, cené en un evento de la Conferencia Nacional
de Vivienda con Scott Nordheimer, un empresario inmobiliario que trabajaba con propiedades
del HUD y quien había tratado de hacer negocios con el Buró Federal
de Prisiones, del DOJ. Acababa de salir de prisión, en ese momento, después
de ser condenado por fraude de valores, y creía que el futuro para nuestro
negocio de servicios informáticos estaba en las prisiones. Intentó convencerme,
muy agresivamente, de que las oportunidades en el negocio de las prisiones eran significativas,
en contraste con las oportunidades de crear empleos que formaban parte de nuestro
modelo centrado en las comunidades, al que se refirió como algo que no sería
“prudente” aplicar. Después de rechazar las invitaciones de Scott
para reunirme con el Buró Federal de Prisiones, sospecho que él siguió
adelante y mostró nuestro plan de negocios de servicios informáticos
al DOJ. Pronto alcanzaría mucho éxito dentro del programa Hope VI de
HUD. Esto fue algo polémico, ya que HUD estaba desalojando a cada residente
que tenía antecedentes criminales, mientras permitía que el edificio
fuera adueñado y administrado, a través de sociedades, por alguien acusado
de cometer delitos más graves. [62]
En esa cena, Scott parecía estar bastante contento consigo mismo. Me explicó
que se había tomado una decisión para armar una estratagema con el fin
de incriminarme, y que yo estaba en serios problemas. Dijo, “bueno, intentamos
hacer que te despidieran a través de la Casa Blanca pero eso no funcionó,
así que ahora los más poderosos se reunieron y [han decidido] que te
irás a la cárcel”.
Los otros miembros de la junta directiva del Hamilton Securities Group y yo tuvimos
mucho cuidado en cuanto a la manera cómo construimos y gestionamos la empresa.
Habíamos visto la persecución a otras firmas por medio de jugarretas
gubernamentales, e hicimos todo lo que podíamos para aguantar las auditorias
corruptas, así como las investigaciones engañosas y de corte político.
Respondí así a los terribles pronósticos de Scott: “Nunca
funcionará, Scott. Somos demasiado limpios”. Scott contestó, “No
entiendes. Ya está todo listo. No hay nada más que puedas hacer”.
Esa fue la primera vez que me percaté de que había un gran deseo de
alguien por verme en una celda, y de que, en cierta manera, todo esto era algo personal.
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John Ervin mientras
daba su testimonio sobre Hamilton Securities. (Video por cortesía
del Hamilton Securities Group). |
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El 6 de agosto de 1996, Hamilton recibió la primera citación de lo que
se convirtió en años de una guerra judicial desatada por el Inspector
General de HUD (quien realizó tales investigaciones a través de la autoridad
que le fue conferida por el DOJ). En ese entonces, yo no sabía que el DOJ estaba
realizando audiencias secretas en una corte federal debido a una demanda “qui
tam” presentada en junio de 1996 por Ervin & Associates, en donde Hamilton
era acusado falsamente de llevar a cabo violaciones tanto civiles como criminales,
y que se usó como pretexto para investigarnos. Una demanda qui tam es presentada
por un ciudadano o grupo que se presta como caza-recompensas al gobierno y que busca
ganar entre 15 y 30 por ciento ( una cantidad que incluso puede triplicarse) de “
las reparaciones por daños y perjuicios” que sean obtenidas por este
último de algo o alguien que ha hecho “afirmaciones falsas” en
su contra. La autoridad judicial conferida (para obligar a dar testimonios) al HUD
fue usada por el gobierno para evitar el requisito de divulgar esto a los blancos
del qui tam, entre los que se encontraba Hamilton Securities Group.
La compañía Ervin & Associates fue fundada por John Ervin, un
ex empleado de NHP, la empresa de Harvard que trabajó en la gestión
de inmobiliaria HUD. Ervin había ganado contratos para revisar tanto las hipotecas
en mora como las coaseguradas, y en 1994 ganó un contrato para recopilar los
estados financieros de las viviendas respaldas por HUD. A través de estos contratos,
Ervin contaba con un gran flujo de datos sobre edificios privados, apoyados y financiados
por HUD. En un testimonio que dio más adelante, Ervin dijo que sería
capaz de referirse casos que implicarían varios millones de dólares
en multas a la Oficina del Inspector General de HUD. En resumen, dijo ser parte del
negocio provechoso de la Operation Safe Home de esa oficina. Mientras HUD se deshacía
de cada vez más hipotecas a través de las ventas de préstamos,
los negocios de Ervin desminuían. Es de suponerse que, en algún momento,
esto posiblemente disminuyó su habilidad de generar ingresos y contactos provechosos
para la Oficina del Inspector General de HUD.
La primera citación jurídica representó el comienzo de un
periodo de dos años - durante los cuales no me permitieron saber de la existencia
de la demanda qui tam, que desembocó en la destrucción de mi empresa
- y otro de cuatro años, en los que no me permitieron leer ni escuchar las
acusaciones hechas en contra mía y de mi empresa, o siquiera saber quién
las hacía. Pasaron cinco años antes de que yo tuviera acceso a las transcripciones
cerradas de audiencias jurídicas (a las que no asistimos ni mi abogado, ni
yo, por supuesto) del caso qui tam. Pasaron siete u ocho antes de que tanto Ervin
como el gobierno fueran obligados a producir pruebas para apoyar sus acusaciones sin
fundamento, y de que el Hamilton Securities Group, junto con sus abogados, tuviera
la oportunidad tanto de refutar los cargos falsos en un tribunal como de apagar la
campaña de difamación que se estaba usando en mí contra dentro
del ámbito del mercado. Durante todo ese tiempo, el Inspector General del HUD
y grupos privados compartieron, repetidamente fragmentos de los alegatos –supuestamente
secretos – con la prensa y varios congresistas.
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Jack Kemp
anunció su candidatura para la vicepresidencia el 10 de agosto. Ocho días
después, en el San Jose Mercury News enpezó a publicarse la serie de
reportajes de Gary Webb titulada “Alianza Oscura”. |
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Cuatro días después de que recibiéramos nuestra primera citación,
el 10 de agosto de 1996, Jack Kemp –el secretario de HUD, cuando yo era subsecretaria
– anuncio que él era el candidato del partido Republicano para vicepresidente.
Jack era considerado como alguien que podría convencer a las mujeres y las
minorías étnicas de votar por los Republicanos. No obstante, la realidad
en cuanto a la filosofía y la historia de Kemp era mucho más oscuras
y menos incluyente. Más adelante, por petición de mis abogados, yo documentaría
algunas de mis experiencias con el lado oscuro de Kemp, incluyendo sus esfuerzos de
proporcionar ilegalmente subsidios a un proyecto que según informes, provenientes
de distintas fuentes, estaba siendo gestionado por Andrew Cuomo, en ese entonces,
un abogado en New York quien estaba ayudando a su padre, Mario Cuomo –gobernador
de New York en ese momento - a recaudar fondos. [63]
Ocho días después, el 18 de agosto de 1996, la historia “Alianza
Oscura” de Gary Webb empezó a publicarse en el San Jose Mercury News.
Allí se acusó a la CIA y, finalmente, al DOJ, de ser cómplices
del narcotráfico. Dicha complicidad habría tenido lugar durante el período
“Iran-Contra”, cuando Bush era vicepresidente y dirigió el Consejo
Nacional de Seguridad, con Oliver North entre su equipo. Nick Brady, un amigo cercano
y seguidor de Bush - junto con su socio de Dillon Read, John Birkelund - se encargó
de la división de banca de inversión para RJR Nabisco, que, según
la Unión Europea, era cómplice de lavar grandes sumas de dinero para
los carteles y mafias del narcotráfico durante aquella época. Bill Clinton
era gobernador y Hillary Clinton era socia del bufete de abogados Rose en Arkansas,
donde supuestamente se lavó una parte de los ingresos de la operación
de MENA a través de la agencia estatal de vivienda. Mientras que el gobernador
Clinton era, en realidad, quien dirigía dicha agencia, el bufete de abogados
Rose le servio como asesor especializado en bonos. Stanley Sporkin, en esa época,
era Abogado General de la CIA, mientras que estaba redactando el ahora infame Memorando
de Entendimiento entre esa agencia y el DOJ. Si uno sigue de cerca tanto los probables
flujos de dinero - que entraban y salían de las supuestas operaciones de bonos
estatales de vivienda de Mena y Arkansa - como las supuestas actividades de narcotráfico
y las hipotecas de HUD en mora en el surcentro de Los Angeles, o las acusaciones alrededor
de los hechos y subsiguientes encubrimientos, es posible concluir que había
una cercanía incómoda de las redes a las que pertenecen quienes se mencionan
en el reportaje de Webb con gobernantes y poderosos.
En ese entonces, no había leído ni escuchado nada al respecto de
la “Alianza oscura”. Un ejemplo de la extraordinaria incapacidad de nuestra
sociedad para relacionar las cosas, es que integrantes de mi equipo me confesaron
que conocían la historia anteriormente, pero no me la mencionaron. No veían
la conexión entre la amenaza que significaba el liderazgo de Hamilton en la
reingeniería de gobierno - así como en el suministro a la comunidad
del acceso a nuestras herramientas informáticas y bases de datos sobre recursos
federales en diferentes lugares - y la complicidad de este mismo con el narcotráfico,
relacionada, a su vez, con el fraude en HUD que supuestamente tuvo que ver con el
lavado de las ganancias.
Me encontraba enfrascada en el trabajo de dirigir una empresa mientras aguantaba
citaciones y una campaña de difamación, desatada inicialmente por un
equipo de periodistas de la revista semanal U.S. News & World Report. No me di
cuenta cuando, a principios de octubre, el Washington Post publicó los “resultados”
de su investigación “independiente” de las acusaciones de Gary
Webb, diciendo que no había pruebas suficientes para sustentar las afirmaciones
de este último. Tampoco estaba enterada de que, mientras que la Casa Blanca
estaba intentando hacer que cancelaran mis contratos, Elain Kamarck, en la oficina
del vicepresidente Al Gore, estaba ocupada trabajando con la Subprocuradora General,
Jamie Gorelick, para garantizar que a las empresas de prisiones privadas les fuera
concedida una amplia cantidad de contratos.
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Jerry Lewis
(Por cortesía del Congreso de Estados Unidos) |
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Mientras que mis colegas y yo soportábamos múltiples citaciones jurídicas,
junto con campañas de difamación. y Gary Webb defendía su historia
ante el San Jose Mercury News (perdería su trabajo el año siguiente),
Dillon Read presentó un registro de emisión ante la Comisión
de Bolsas y Valores para llevar a cabo, el 17 de julio, la oferta inicial de acciones
de Cornell. Lo enmendaron el 26 de agosto, el 10 de septiembre y el 30 de septiembre,
para luego entregar su prospecto final el 4 de octubre de 1996. Esta fue una buena
noticia para Dillon Read y sus inversionistas. Gracias a los esfuerzos exitosos de
la administración de Clinton para promulgar una nueva legislación anti-delincuencia,
y garantizar que la burocracia del DOJ apoyara la subcontratación de empresas
carcelarias privadas para que dirigieran las prisiones federales (lo cual incluía
una lluvia de contratos para Cornell entre el otoño de 1995 y la primavera
de 1996 ), las acciones de Dillon Read en Cornell, compradas por un precio promedio
de 2–3 dólares cada una, empezaron a costar 12 dólares cada una.
Es decir, hubo un aumento de un 400 a un 600%. Además de sus ganancias en la
bolsa, Dillon se quedó con grandes honorarios de underwriting, siendo así
el principal banco de inversión en el ordenamiento de la oferta de acciones.
En los nueve meses siguientes, el incremento de contratos y la adquisición
de entidades que habían sido contratadas para encargarse de 1,726 presos, durante
la administración Clinton, literalmente hicieron de la compañía
un éxito. La oferta inicial de acciones reflejaba una valorización en
la bolsa de 24,241 dólares por preso. Lo que eso quiere decir es que cada vez
que la Operation Safe Home de HUD enviaba equipos swat a alguna comunidad para detener
a 100 jóvenes, el valor potencial para los accionistas de las empresas carcelarias
que manejaban los centros de detención juveniles era de 2.4 millones de dólares.
La Operation Safe Home podía realizar tales operativos fácilmente gracias
a aumentos significativos de su presupuesto, logrados, durante verano y otoño,
gracias a los más grandes partidarios en el congreso de la Inspectora General
de HUD, Susan Gaffney: Jerry Lewis (Republicano de San Bernadino, California), presidente
del Comité de Asignaciones Presupuestarias de la Cámara de Representantes,
y el senador Kit Bond (Republicano del estado de Missouri), presidente del subcomité
del Senado de asignaciones presupuestarias para el HUD.
Para que la privatización de las prisiones funcionara, sólo hacia
falta ocultar la verdad al respecto de quién realmente traía las drogas
al país y de por qué era esencial que los ciudadanos no vieran ni comprendieran
cómo se mueve el dinero en los lugares donde trabajaban y vivían. Si
hubiera existido un mapa de la verdad sobre cómo se mueve el dinero en las
comunidades y el gobierno - al estilo del software que desarrollaba Hamilton en el
momento en que la demanda qui tam hundió el negocio -, tal vez la industria
de las prisiones privadas no se hubiera puesto en marcha. Si se documentara la verdadera
criminalidad o el verdadero derroche que existe dentro del sistema, sería bastante
obvio que los delincuentes reales y el desangre financiero no se encontraban representados
en los jóvenes detenidos en la Operation Safe Home, así como tampoco
en los dueños y empleados del Hamilton Securities group.
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John Deutch
en el surcentro de Los Ángeles. Noviembre de 1996.
(Foto cortesía de C-Span). |
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Siempre preparada con la mejor propaganda, Hillary Clinton publicó en septiembre
It Takes a Village (“Se necesita a todo un pueblo”), mientras que Bob
Rubin, como tesorero (y quien al momento de escribir el presente texto era un alto
ejecutivo de la Oficina del Presidente de Citigroup), estaba hablando de la importancia
del desarrollo económico en los barrios marginales. La anterior firma de Rubin,
Goldman Sachs, uno de los postores más importantes en las ventas de préstamos
de HUD, había sido una de las principales empresas de banca de inversión
en Arkansas durante la época de Mena. Linda Ives era la valiente madre de un
adolescente de Arkansas que fue asesinado por unos policías en agosto de 1987,
cuando - al parecer - él, junto con un amigo se tropezaron accidentalmente
con una entrega de cocaína que se estaba llevando a cabo durante la operación
de MENA. Ives, trabajando junto con la periodista Mara Levitt, se empeñó
en esclarecer muchos de los acontecimientos que giraban alrededor de la muerte de
su hijo –inicialmente declarada como un suicidio por las autoridades –
y la corrupción en Arkansas [64]. Ives sí podría explicarnos
realmente por qué se necesita de todo un pueblo para criar un niño,
cuando líderes como Hillary Clinton y Bob Rubin, junto con sus socios y colegas,
están ganando dinero en los alrededores.
Me he dado cuenta de que cuando las cosas parecen ser completamente oscuras, pasa
algo que puede transformar el rumbo de los sucesos. El 15 de noviembre de 1996, el
director de la CIA, John Deutch, se enfrentó a supuestas pruebas del narcotráfico
de la CIA en frente de una gran multitud de ciudadanos y cámaras de los medios
de comunicación. Deutch estuvo ahí para responder a las acusaciones
de Gary Webb en “Alianza Oscura” que describían la complicidad
de la CIA en tales actividades. La confrontación fue grabada para la posteridad
en el premiado video de Guerrilla News Network: Crack the CIA. Deutch afirmó,
ante las cámaras, que los alegatos de Webb serían investigados por el
Inspector General de la CIA, cosa que dio paso a varias audiencias del Congreso. Entre
ellas se incluía una que se hizo inmediatamente después de que el tribunal
decidió despojar a Hamilton de su oficina y sus archivos.
Me tardaría dos años de aguantar una avalancha de “terrorismo
policial”, así como de aterradores actos de hostigamiento físico
y vigilancia, antes de que pudiera ver el video de ese evento y leer la obra de Gary
Webb. Ahí fue cuando empecé a educarme con el fin de entender por qué
la transparencia de flujos de dinero en las comunidades era una amenaza tan significativa
para la estabilidad del sistema financiero global, como para que intereses poderosos
insistieran en destruir Hamilton Securities Group y sus herramientas informáticas.
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