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Dejé la administración Bush, en 1990, convencida de que la tecnología
digital y el Internet podrían ser usados por empresarios para crear nuevas
riquezas dentro de un modelo de inversión que alinearía a inversionistas
globales y la tierra, así como al medio ambiente y la gente. Si financiáramos
los diferentes lugares con capital en vez de deuda, podríamos creer que hay
una manera en que los inversionistas globales obtendrían ganancias con la reducción
del consumo de recursos escasos, con la integración de nuevas tecnologías
a nuestra infraestructura, la reparación del medio ambiente y el mejoramiento
de mi propio sistema de medición de la salud de una comunidad: el Índice
del Helado (Popsicle Index) [52] El Índice del Helado se constituye como el
porcentaje de la gente en un lugar que cree que un niño puede salir solo de
la casa con el fin de ir al sitio más cercano para comprar un helado o bocadillo
y volver seguro. [53]
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Alexander Hamilton,
Primer Secretario del Tesoro de Estados Unidos.
(Foto cortesía del Parlamento Escoces) |
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Cuando yo era niña, en el oriente de Filadelfia el Índice del Helado
estaba cerca del 100 por ciento. Entre tanto, el Dow Jones estaba en 150. Hoy en día,
en mi antiguo barrio, el Índice del Helado ha caído un 90%, hasta llegar
al 10%, mientras que el Dow Jones ha subido más que sesenta veces, hasta llegar
a 10,000. En resumen, tenemos una relación “gana-pierde” entre
los inversionistas y las comunidades, además de una relación “gana-pierde”
entre los gobiernos y las comunidades. Durante más de cincuenta años
hemos visto presupuestos gubernamentales incrementándose a ritmo constante
para programas y acciones policiales (que muchas veces se justifican con la teoría
de que harán subir el Índice de Helado), y un Índice del Helado
bajando continuamente.
En 1991, al mismo tiempo en que Dillon estaba prestando su apoyo financiero a Cornell
Corrections Correccionales de Cornell para que se pusiera en marcha, yo inicié
en Washington una firma de banca de inversión y software financiero, llamada
Hamilton Securities Group. Fue nombrada así por Alexander Hamilton, uno de
los principales redactores de la Constitución de los Estados Unidos. Cuando
trabajaba como Subsecretaria de Vivienda-Comisionada de la Autoridad de Vivienda en
el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD), intenté en varias ocasiones
convencer al Secretario del HUD - Jack Kemp - y a su personal, de que no propusieran
nuevas políticas que ocasionarían la revocación de contratos
u obligaciones contractuales del gobierno con respecto a activos financieros. Tuve
un asistente que siempre me recordaba que Alexander Hamilton había pasado por
un proceso similar en el que quería asegurarse de que el gobierno no revocara
ilegalmente sus obligaciones y deuda.. y que siempre había logrado esto con
éxito.
Numerosas citas de Alexander Hamilton se convirtieron en nuestra propia manera
de animarnos durante la limpieza de los nauseabundos niveles de corrupción.
Entre ellas se encontraban refranes como: “una promesa jamás debe romperse”.
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Las oficinas del Hamilton Securities Group
ganaron un premio otorgado por el Instituto Norteamericano de Arquitectos, al Diseño
de centros con Tecnología Avanzada.
(Foto cortesía de Hamilton Securities Group) |
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Uno de los objetivos de Hamilton Secutiries Group era delinear cómo funcionaban
los flujos de dinero en los EE.UU, y crear herramientas informáticas que harían
esta información más accesible para las comunidades. Creíamos
que el camino para reorganizar el gobierno era que la ciudadanía tuviera acceso
a la información acerca de las fuentes y usos de los impuestos, así
como de los gastos del gobierno y la financiación de sus comunidades. Así
mismo considerábamos importante participar en el proceso de asegurar que estas
inversiones fueran manejadas con el fin de reestablecer en nuestros barrios un “Índice
del Helado” del 100%. La transparencia es esencial para que los mercados privados
funcionen y para que las inversiones del gobierno sean económicamente productivas,
responsables ante los que las patrocinan y manejadas de acuerdo con las leyes que
supuestamente las deberían regir . De lo contrario, nos tornaremos hacía
la subvención de intereses privados que hayan adquirido fuerza o poder político-
incluso a través de jugarretas y guerra económica -, en lugar de subvencionar
aquellos que son realmente productivos.
Después de que yo diera inicio a las labores de Hamilton Securities Group,
Nick Brady - quien en ese momento aún era el Secretario del Tesoro -, se puso
en contacto conmigo para convencerme de trabajar como Gobernadora del Sistema de Reserva
Federal. Cuando me negué, John Sununu - en ese entonces, Jefe de Gabinete en
la Casa Blanca - me había nombrado miembro de la junta directiva de Sallie
Mae, la corporación que ayuda a financiar préstamos estudiantiles. Mientras
estaba trabajando en dicha junta, en una ocasión me llamó aparte el
presidente, para explicarme la importancia de que yo le pidiera a Nick que me apadrinara
para entrar a formar parte del Consejo Sobre Relaciones Exteriores - Council on Foriegn
Relations o CFR, en inglés – (un importante think tank en Nueva York).
Cuando dije que no me sentiría cómoda haciendo eso, él dijo -
bastante alarmado, aunque con generosidad y cariño -: “no entiendes,
si no te unes al Consejo, quedarás fuera para siempre”.
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En 1995, Hamilton Secutiries integró
los sistemas telefónicos e informáticos en un diseño abierto
de oficina. Ya fuera en el escritorio, en una sala de conferencias, o en la cocina,
los Hamiltonianos y miembros de nuestra red –muchos de ellos educados y experimentados
en informática– podían acceder a tecnología de punta, herramientas
informáticas y conexión a Internet T1.
(Foto cortesía de Hamilton Securities Group) |
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No entré a formar del CFR, y viendo las cosas en retrospectiva – después
de años de ver cómo operan esta instancia y sus integrantes –
creo que tomé una decisión sensata. Mi sueño era encontrar soluciones.
Eso implicó introducirse a las trincheras para diseñar prototipos mapas
de dinero, junto herramientas y transacciones. Hacer esto requiere altos niveles de
confianza con diversas redes, tanto en comunidades como en mercados financieros. Algunas
de estas redes no darían la bienvenida a una representante de un banco central,
o una integrante de organizaciones, como CFR, que proveen la cortina de humo profesional
para la centralización de datos y flujos financieros, así como del poder
político.
A través del tiempo me encontraba cada vez más indignada por la rapidez
y facilidad con las que varios inteligentes, y aparentemente competentes, miembros
de CFR parecían justificar, con ganas, las políticas y acciones que
aportaban la creciente corrupción. La regularidad con la que muchos integrantes
del CFR protegerían a los miembros de sus círculos sociales y profesionales
de hacer cualquier rendición de cuentas con respecto a un u otro fraude atroz,
me sorprendió incluso a mí. Muchos de ellos parecían encantados
con las ventajas de ser uno de los privilegiados, al mismo tiempo de que eran totalmente
indiferentes al altísimo precio que implicaba para todos los ciudadanos el
hecho de agotar nuestras vidas - así como nuestra salud y nuestros recursos
- para aumentar la riqueza de ellos, violando, de esta forma, los principios más
básicos de la obligación fiduciaria y del respeto a la ley. En definitiva,
el CFR operaba dentro de un paradigma económico de “ganar-perder”
que centralizaba el poder económico y político. Yo estaba intentado
encontrar la manera de que pudiéramos desenvolvernos dentro de un paradigma
económico de “ganar-ganar”, que era – por naturaleza –
descentralizador.
El Hamilton Secutiries Group se financió con el dinero que había
ganado como socia de Dillon Read y con la venta de mi casa en Washington. Luego se
empezó a financiar internamente con la reinversión de ingresos de nuestras
operaciones. Varios años después de empezar, conseguimos un contrato
a través de una oferta competitiva para prestar asesoramiento financiero a
la Autoridad Federal de Vivienda (FHA), del HUD. Como resultado de eso, tuve la oportunidad
de trabajar para la administración Clinton en calidad de Presidenta del Hamilton
Securities Group, además de haberme desempeñado como Subsecretaria de
Vivienda-Comisionada de la FHA en la primera administración de Bush. [54]
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La casa de Catherine en Woodley Place, Washington,
D.C., se vendió para ayudar a financiar a Hamilton Secturities. (Foto
cortesía de Catherine Austin Fitts) |
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Una de nuestras tareas para HUD fue prestar la asesoría principal a las subastas
de 10 mil millones de dólares de préstamos hipotecarios. Usando nuestros
libros de diseño en línea [55] y nuestras propias herramientas de software
analítico, así como tecnología de subasta de Bell Laboratories
que adaptamos para aplicaciones financieras, pudimos aumentar considerablemente el
desempeño de HUD para recuperar hipotecas en mora, generando así 2.2
mil millones de ahorro para el Seguro Mutuo Hipotecario (Mutual Mortgage Insurance)
y los Fondos Generales de Seguros de la FHA.
Mientras que reinvertíamos todas nuestras ganancias en los gastos para construir
bases de datos y herramientas informáticas - así como en crear una empresa
de servicios de datos para diferentes comunidades - todavía éramos rentables,
al generar, en 1995 ,16 millones de dólares de ingresos provenientes por honorarios
y 2.3 millones de ingreso neto. [56]
Aunque las ventas de prestamos (loan sales) se constituyeron como un gran éxito
para los contribuyentes, propietarios de vivienda, y comunidades, resultaron convirtiéndose
en una amenaza significativa para los intereses tradicionales que se alimentaban a
través de los programas y contratos del HUD, así como de las hipotecas
y operaciones de bonos hipotecarios de Fannie Mae y Freddie Mac.
Por ejemplo, si se pusieran a la vista las fuentes y usos de los recursos gubernamentales,
barrio por barrio, sería posible darse cuenta de que tales dineros gubernamentales
se gastaban de una manera que creía jugosas ganancias para la bolsa de valores
y para las personas privilegiadas “de adentro”, a costo de las “de
afuera”, quienes son más productivas y proporcionan la mayor parte de
los impuestos y otros recursos que se usan. Entre los “de adentro” podrían
estar: grandes empresas constructoras y de administración de propiedades que
especializaban en propiedades subvencionadas por el HUD - tales como los Nacional
Housing Partners (NHP, entonces propiedad de la Dotación de Harvard) - y sus
operaciones afiliadas de banca hipotecaria (como la Washington Mortgage -WMF - de
NHP) o banqueros de inversiones como Dillon Read o Stephenes, Inc., quienes emitían
bonos municipales de vivienda para agencias como la Arkansas Development and Finance
Agency (ver el capitulo anterior “Los narco dólares en los años
80 – Mena, Arkansas”). Cuando sugerí, durante la administración
Clinton, a la jefe del programa de construcción de vivienda pública
Hope VI, del HUD, que gastara $50,000 por casa - para rehabilitar viviendas unifamiliares
que ya eran propiedad de la FHA - en vez de gastar $250,000 en construir cada nuevo
apartamento de vivienda pública en la misma comunidad, se mostró frustrada
y dijo, “entonces ¿cómo generaríamos comisiones para nuestros
amigos?”.
Nuestros esfuerzos en el Hamilton Securities Group para ayudar al HUD a lograr
un máximo rendimiento en la venta de sus activos de hipotecas en mora, coincidieron
con un proceso generalizado de “privatización”, en el cual, de
hecho, los bienes y activos se estaban saliendo de las manos de los gobiernos de todo
el mundo, por debajo de la tasa del mercado, de una manera que producía ganancias
extraordinarias, plusvalías y capital para las corporaciones privadas y los
inversionistas. Además, las corporaciones privadas estaban siendo subcontratadas,
para ejercer funciones públicas, con pagos muy superiores a los establecidos
por el mercado o a los que se hacían antes, cuando tales funciones eran ejercidas
por el gobierno mismo. Esto otra vez quitaba recursos a los gobiernos y a las comunidades,
subvencionando así los intereses privados. El capital financiero que ganaban
los intereses privados era, muchas veces, resultado del saqueo de capital financiero,
humano, ambiental y vital de las comunidades… y muchas veces, sin que las comunidades
pudieran entender lo que realmente había pasado o identificar claramente su
pérdida. Es por eso que ahora me refiero a la privatización como “piratización”.
Una de las consecuencias fue el aumento constante del poder político de
las empresas e inversionistas que dependían cada vez más de subvenciones
lucrativas de “puerta trasera”, disminuyendo así la productividad
social y económica total. Por lo tanto, el hecho de que se hubieran doblado
las tasas de recuperación de hipotecas de un 35% a entre un 70 y 90%, iba en
contra de las tendencias globales y erizaba a muchos. La FHA, con la ayuda de Hamilton,
estaba exigiendo que inversionistas como los del Fondo de Donaciones de Harvard, pagaran
precios justos por los bienes, a pesar de que ellos e inversionistas similares estaban
manipulando precios de descuento de tales bienes, cada vez mas provechosos, como parte
de los programas de privatización en los EE.UU y en el mundo. Una demanda contra
Harvard en virtud de la Ley de Acciones de Reclamos Falsos (False Claims Act) y la
cobertura periodística de su papel como contratista de la Agencia de Estados
Unidos para el Desarrollo Internacional ( en inglés, United States Agency for
International Development -USAID –) en Russia, mostraron hasta qué punto
había llegado las ganancias extraordinarias que ellos y los miembros de sus
redes lograron manipular, a costo de la población rusa y de los inversionistas
de ese país, así como del pueblo norteamericano. [57] Una crítica
que tengo ahora, pero que no entendía en ese entonces, es que hasta las transacciones
de privatización realizadas de manera eficaz y honesta, - tales como las políticas
de HUD sobre las ventas de préstamos que insistían en la competencia
abierta por el precio más alto - corren el riesgo de dar ventajas a actores
que tenían más éxito en lavar dinero para el “presupuesto
negro”. Cualquier solución a este problema nos devuelve a la importancia
de la transparencia de recursos gubernamentales en cada lugar, y a la importancia
de invertir en el capital accionario de los pequeños negocios y granjas.
Las cosas se oscurecieron aún más cuando montamos Edgewood Technology
Services, una empresa de servicios informáticos en una comunidad residencial
mayormente afroamericana de la ciudad de Washington. [58] Nuestra inversión
en Edgewood nos dio la habilidad de desarrollar un equipo hábil y dedicado,
que podría ayudarnos a construir bases de datos y software mucho más
poderosos. También nos ayudó a entender la oportunidad de inversión
que implicaba entrenar a gente - con trabajos de salario mínimo o que viviera
de subsidios -, para que obtuviera habilidades más rentables y el poder de
ganar más, prestando servicios financieros de informática y de desarrollo
de software.
De la información financiera que surgió de nuestro trabajo, donde
se llevó a cabo la estrategia de cartera para HUD y de nuestra inversión
en Edgewood, descubrimos que era menos caro entrenar gente para hacer estos trabajos
que financiar sus vidas con subsidios del gobierno indefinidamente, sin mencionar
el hecho de enviarlos a la cárcel. Por ejemplo, una mujer con dos hijos, habitando
una vivienda subvencionada en Washington, con asistencia social y bonos de alimentación
costaba al gobierno entre $35 y 55 mil dólares, o hasta más, cada año.
En 1996, la Oficina de Contabilidad General (GAO) publicó un estudio que mostró
que los gastos anuales para presos federales, estatales y locales eran de más
de $150,000 por preso. Se supone que esto incluía todos los costos generales
y de capital, pero no los de mantener a sus hijos menores. En caso de que el gobierno
cuidara a sus dos hijos mientras esta mujer estaba en la cárcel, esos costos
serían adicionales.
Lo que vimos en Edgewood era que existía una porción de obreros que,
debido a sus obligaciones con hijos y parientes ancianos, no podía viajar cada
día para ir al trabajo. Algunas de estas personas podrían ser productivas
trabajando cerca de la casa y formándose en computación e informática
a su propio paso. Si la formación se combinara con la creación de empleos,
la economía de entrenar a la gente para que hiciera estos trabajos era sostenible.
Además, con la investigación adecuada de los participantes y la gestión
apropiada, podría ser incluso rentable para el sector privado. El ahorro potencial
en el sector público era asombroso, sin mencionar el potencial para mejorar
la calidad de vida en las ciudades, suburbios y comunidades rurales. Ya que el gobierno
y las grandes corporaciones estaban trabajando activamente para llevar más
empleos al extranjero, la gente de todas partes en EE.UU requeriría este tipo
de habilidades para desempeñar tales trabajos. Además, los pequeños
negocios necesitarían acceso a los capitales de riesgo y financiero que proponíamos
invertir en capital de riesgo para comunidades. Eso quiso decir que estas necesitaban
circular más depósitos y ahorros internamente en vez de depositar e
invertir su dinero en los grandes bancos y corporaciones que usan esos fondos para
ganar participación en el mercado local, quitándosela así a pequeños
negocios y granjas.
Durante este periodo, el Hamilton Securities Group ayudó a HUD a desarrollar
un programa que permitía a los dueños de conjuntos de vivienda, subsidiados
por esta entidad, tratar algunos de los costos de centros de aprendizaje comunitarios
como “costos permisibles”, que podrían financiarse con los flujos
de dinero de las propiedades. Esto permitió que se construyeran conjuntos de
vivienda subsidiada en comunidades que estaban atravesando la reforma del programa
de asistencia social (welfare), las reducciones en programas gubernamentales y el
desempleo – provocado por el hecho de que los trabajos se trasladaran al extranjero
-. La idea era que dichos conjuntos se crearan centros y programas que podrían
ayudar a sus residentes a que mejoraran su habilidad de generar ingresos. Esta iniciativa,
además, promovió enlaces entre gerentes de inmobiliarias, universidades
técnicas y otras organizaciones comprometidas en ayudar a la gente a aprender
nuevas destrezas.
Mientras viajaba y hacía trabajo de investigación en diferentes partes
del país, se hizo claro que los trabajos de servicios informáticos como
los que estábamos diseñando en Edgewood eran muy competitivos con respecto
a los trabajos que se llevaban a cabo dentro de la economía ilegal. Es decir,
trabajos de informática que pagan entre 8 y 10 dólares la hora y ofrecen
seguro de salud, así como la oportunidad de mejorar las habilidades profesionales,
tenían el potencial para atraer a una cantidad sorprendente de gente que participaba
en el narcotráfico, la prostitución o la delincuencia callejera. La
principal competencia del Hamilton Securities Group, con respecto a la parte joven
y multirracial de esta mano de obra, parecía ser el crimen organizado y las
industrias que dependen de las actividades del mismo, incluyendo las agencias policiales
y las prisiones privadas.
Entre tanto, la creciente infraestructura informática y de bases de datos
del Hamilton Securities Group sobre los flujos de recursos públicos y privados
en las comunidades indicaba que la gran mayoría de subvenciones públicas
no eran necesarias ni económicas, ya fueran para programas de asistencia social
y los subsidios de HUD, o para las prisiones que sostienen a la enorme y creciente
infraestructura de desarrollo comunitario y social, que incluye a contratistas privados
e inmobiliarias. Existía una forma mucha más económica para que
el gobierno redujera tanto las subvenciones como el crimen. Miles de millones de dólares
de inversiones gubernamentales tenían un rendimiento negativo del capital invertido.
Estábamos pagando a millones de personas – que recibían asistencia
social, o contratos del gobierno, o subvenciones inmobiliarias de HUD – para
que hicieran cosas que no eran productivas. Si esos gastos se convirtieran en un rendimiento
positivo sobre el capital invertido, habría mejorías extraordinarias
en la productividad. Había mucho trabajo por hacer, que justificaba la inversión,
desde reparar nuestra infraestructura hasta reconstruir comunidades. Ya que tanto
el sector privado como el gobierno federal pronosticaban un gran aumento de la necesidad
de servicios informáticos y de otros trabajos que podrían ser subcontratados
a través de las telecomunicaciones, parecían existir muchas oportunidades.
Compartimos nuestros datos y resultados con HUD, el Departamento de Salud y Servicios
Humanos (HHS), el Congreso, la Oficina de Gestión y Presupuesto de la Casa
Blanca, y con líderes dentro de las industrias inmobiliarias y de desarrollo
comunitario.
La respuesta inicial fue muy positiva, en varios sectores, sobre todo por parte
de la gente más preocupada por la deuda federal creciente y los asuntos de
productividad. Nunca olvidaré una de nuestras reuniones con un alto funcionario
de la Casa Blanca. Le mostramos nuestros cálculos iniciales de los ahorros
que se harían posibles con los potenciales gastos de subvenciones reducidos,
así como las tasas más bajas de morosidad con respecto a programas federales
de hipotecas y préstamos, como resultado de la generación de más
empleo e ingresos en comunidades de clase baja y media. Estaba muy emocionado frente
a la posibilidad ahorrar miles de millones de dólares,- al mismo tiempo en
que se reduciría la pobreza - y con el hecho de que esto fuera recientemente
factible gracias a las nuevas tecnologías. Él y muchos otros funcionarios
del gobierno – al ver los cálculos iniciales que se desprendían
de las ventas de préstamos, y nuestros agregados de las sumas extraordinarias
de dinero que se desperdiciaban en cada lugar – se dieron cuenta del potencial
que existe cuando un rendimiento negativo de capital invertido es rediseñado
para convertirse en rendimiento positivo dentro de un lugar.
Varios líderes de la inversión privada también se entusiasmaron.
Durante una presentación, el jefe de estrategia de cartera de un fondo corporativo,
dijo con asombro: “Esto es fenomenal. Podemos salvar al país y ganar
una fortuna haciéndolo”. Ganar una fortuna era algo bueno. Una de nuestras
preocupaciones más grandes era lograr un rendimiento de inversión suficiente
con respecto al capital en fondos de pensiones para que los beneficios de jubilación
fueran bien financiados. Hamilton proponía un modelo financiero que también
ayudaría a financiar las obligaciones de los fondos de pensiones, como resultado
la riqueza obtenida por ellos gracias a la reducción de la pobreza.
Otras actitudes no eran tan positivas, sobre todo por parte de sectores que estaban
relacionados con intereses particulares cuyo negocio consistía encargarse de
los asuntos de “los pobres”, y de quienes quedarían sin trabajo
si nuevas herramientas y oportunidades llegaran a reducir la cantidad de gente pobre.
Muchos de estos sectores se constituían como las bases tradicionales y poderosas
del partido Demócrata, entre las que se encontraban corporaciones privadas,
fundaciones, universidades y agencias no gubernamentales que habían construido
una infraestructura considerable prestando tanto servicios como apoyo a programas
que alojan, alimentan y supervisan a los pobres. Si la gente ya no era pobre, ¿qué
utilidad tenía? Cuando hicimos una presentación a un grupo de fundaciones
importantes - en asocio con una empresa del espectáculo de Los Ángeles
interesada en usar el entretenimiento para hacer más divertida la formación
técnica - el jefe de programas para gente de bajos ingresos de Fannie Mae me
dijo que era la presentación más deprimente que alguna vez hubiera visto.
Según él, insinuaba que los pobres no necesitaban su ayuda, que su vida
y obra no tenía ningún sentido. Parecía que no quería
acabar con la pobreza. Su sentido personal se dirigía a la continuación
–si no al aumento – de la pobreza. Los intereses inmobiliarios que esperaban
aburguesar los barrios como resultado de los subsidios de asistencia social tampoco
estaban muy contentos. Ganarían más dinero trasladando poblaciones,
en lugar de ayudar a mejorar a la población actual sin necesidad trasladarse.
Sus aliados eran unidades de aplicación de normas, como la Oficina del Inspector
General del HUD, que ganaban financiamiento y generaban ingresos al ayudar a que un
grupo se fuera, para que se pudiera instalar otro.
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Una funcionaria del HUD dijo a
Catherine que el Inspector General del HUD, al ver esta nota del Washington Post publicada
en junio del 1996, dijo: “Ya basta, voy tras ella [refiriéndose a Catherine]”. |
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Fuimos advertidos de que la Oficina del Inspector General del HUD tuvo una reacción
muy negativa al modelo “redes vecinales” - que daba paso a la creación
de centros comunitarios de aprendizaje -, y de que uno de los integrantes de una unidad
de aplicación de normas se refería a tales esfuerzos como “computadores
para niggers” (un termino ofensivo utilizado en los Estados Unidos para referirse
a las persona de raza negra). Esencialmente, la visión que proponíamos
estaba compitiendo con su negocio de carácter policial, el cual consistía
en enviar a los barrios equipos especiales estilo “SWAT” (Special Weapons
Assault Team - o Equipo de Asalto de Armas Especiales, según su traducción
al español -. El término hace referencia a las unidades que intervienen
en operaciones peligrosas llevadas a cabo por los cuerpos policiales de Estados Unidos)
conformados por unas 200 personas, con el fin de acorralar y detener a muchos jóvenes
que nada más estaban en el lugar equivocado, en el momento equivocado, y no
tenían manera de pagar un abogado. Esto requería un enfoque y filosofía
fundamentalmente diferente. Un modelo proponía ayudar a la gente de un lugar
a mejorar. Mientras que el otro proponía acorralarla y castigarla para que
se pudiera traer otra gente distinta a dicho lugar.
Las altamente exitosas ventas de préstamos HUD también habían
comenzado a tener problemas con el staff de la Oficina del Inspector General de esta
entidad. Según el personal del HUD, el staff de la Oficina del Inspector General
quería que el equipo de ventas de préstamos de HUD quitara los préstamos
de las carteras de ventas, para poder imponer multas civiles a los propietarios de
edificios. Vender los préstamos era mucho mejor para el fondo de la FHA, así
como para los residentes de los edificios y las comunidades que se encontraban su
alrededor. Pero sería lago que generaría menos dinero para los negocios
de la Oficina del Inspector General. Este último y el personal de Asesoría
Jurídica aparentemente eran indiferentes al beneficio propio del gobierno en
general, sin mencionar el de los contribuyentes y comunidades.
Varios años después, cuando preguntaron a la Inspectora General de
HUD, Susan Gaffney, durante una declaración jurada, cuáles eran las
tasas de recuperación con respecto a la cartera de HUD de hipotecas en mora
antes, durante, y después del programa de ventas de préstamos –del
cual Hamilton Securities Group era pionero –, dijo que no tenía idea.
Su actitud sugería que esto no era una información importante. Lo cual
muestra que algo que tuvo un impacto de miles de millones cada año sobre los
fondos de la FHA, no había despertado ningún interés. El enfoque
dentro de los grupos de aplicación estaba en actividades que generaron ingresos,
apoyo financiero y titulares en los periódicos directamente para los equipos
policiales. Esta filosofía “con fines de lucro” era sorprendentemente
descarada. Me recordó al congresista que salió corriendo - durante una
cena conmigo alguna vez - para emitir su voto en un comité de asignaciones
presupuestarias, diciendo: “Seamos realistas, cariño, sólo estoy
aquí para proteger mi propia mierda”.
A finales de 1995, Hamilton Securities Group empezó a trabajar en el “Community
Wizard” , un software diseñado para facilitar el acceso de comunidades
a todos los datos públicos, y a algunos privados, referentes al uso de recursos
locales, incluyendo impuestos federales, gastos e información de créditos,
a través del Internet. La reacción inicial a la herramienta informática
en el Congreso, HUD y nuestras redes tecnológicas fue asombrosa. La gente se
emocionó mucho al darse cuenta de que ya no tenían que vivir y trabajar
en la oscuridad con respecto a lo financiero. Fue una cosa relativamente fácil
que nuevas herramientas informáticas ayudaran a la gente para que aprendiera
sobre el flujo de dinero y recursos en su comunidad. El desarrollo de software adicional
también dio como resultado la aparición de varias herramientas para
analizar la vivienda subsidiada en contextos locales específicos, incluyendo
la cotización detallada que combinaba bases de datos importantes sobre leyes
y normas gubernamentales con todos nuestra información de las ventas de préstamos,
y con bases de datos sobre la financiación hipotecaria, municipal y de acciones,
tanto para la construcción como para la compra de casas. Tales herramientas
permitirían que la gente tomara un papel positivo y proactivo para asegurar
que los recursos públicos fueran bien utilizados. Además permitirían
que los inversionistas mejoraran el rendimiento de las inversiones locales, sobre
todo de las de riesgo y de participación en pequeños negocios y granjas.
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Folleto para Community Wizard
(Foto cortesía de Hamilton Securities Group) |
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Había un solo problema. Si las comunidades tuvieran acceso fácil a estos
datos, el equipo pro-centralización de Washington y Wall Street estaría
en problemas. Se demostraría que a todo, desde las empresas inmobiliarias de
HUD hasta las prisiones privadas, le faltaba sentido de lo económico, más
allá de la generación de ganancias y plusvalías para los “de
adentro”. De hecho, a muchas comunidades les iba mejor sin muchas de estas actividades
y fondos. A través de nuestro software, los ciudadanos verían el costo
de décadas de “comisiones para nuestros amigos” acumuladas.
Un caso claro de esto fue una reunión que tuve con un ex socio de Dillon
Read, al que yo había ayudado a contratar en 1996. Vino a nuestras oficinas
y durante mi presentación de nuestros planes para proyectos comunitarios, me
dijo que la situación era desesperada y que nuestras herramientas no harían
ninguna diferencia. Puse en funcionamiento a Community Wizard, junto con nuestras
otras herramientas informáticas, y le pregunté dónde vivía.
Dijo: “Bronxville, Nueva York”. Hice que alguien de mi equipo imprimiera
una lista de nuestras bases de datos de gastos federales en su barrio. Cuando vio
el primer punto, estalló en cólera: “¿4 millones el año
pasado para el seguro contra inundaciones? Eso es ridículo. ¡Es corrupto!”.
Invertir 4 millones para el seguro contra inundaciones me pareció algo más
bien inocente, así que le pregunté: “¿por qué es
corrupto?”. Él contestó: “Bronxville se encuentra encima
de un cerro. Llevo años viviendo allí y nunca he visto ni escuchado
nada sobre ninguna inundación”. Es típico que alguien con años
de experiencia en un lugar pueda identificar, mucho más rápido, potenciales
derroches y oportunidades para rediseñar, - al ver información financiera
detallada del gobierno - que alguien que no conozca tal sitio.
Mientras que el ex socio de Dillon Read empezaba a leer mucho más rápido
los detalles de los gastos anuales, se mostró cada vez más ofendido.
El día siguiente teníamos programado hablar por teleconferencia después
de que él llegara a Nueva York. Lo llamé a la hora fijada pero la línea
se encontraba ocupada. Cuando por fin alcancé hablarle, dijo que había
estado en la línea durante horas con el vice alcalde de Bronxville , revisando
los datos que le habíamos proporcionado. Afirmó: “toda esta corrupción
va a parar”. Yo respondí: “pensé que no tenía esperanza”.
Y luego dijo algo por el estilo de “eso fue antes de que hubiera conseguido
las cifras de mi barrio”. Entendió que la corrupción se financia
barrio por barrio. Si cada barrio corta o rediseña el flujo de fondos públicos
derrochadores o corruptos, la situación puede transformarse de manera significativa
a nivel nacional y global. Hay que cortar el dinero para los tipos malos que forman
parte de la raíz de todo. Asimismo se había dado cuenta de cuánto
dinero se estaba desperdiciando por persona cuando vio el derroche en un nivel humano,
donde lograba ver cómo los recursos deberían utilizarse, y que además
podía hacer algo al respecto.
Esto fue, no obstante, antes de que siquiera tratáramos de responder a la
pregunta: “¿Quién traía los narcóticos y a dónde
iba todo el dinero del narcotráfico y otras actividades ilegales?” Si
suficientes personas dejaran de vender y tomar drogas, ¿quién necesitaría
más prisiones, así como a todas estas agencias policiales y grupos de
contratistas que operan en la Guerra Contra las Drogas? Y ¿cómo se relaciona
todo esto con los mercados de valores e hipotecas, así como con el fraude en
dichos mercados?
Hacer y contestar esas preguntas –como podrían empezar a hacer ahora
con herramientas como Community Wizard y nuestro software– implicaría
que mucho del narcotráfico al estilo Iran-Contra, la industria de las prisiones
privadas, y los programas policiales saqueadores - tan de moda en la Casa Blanca,
el Departamento de Justicia y la Oficina del Inspector General del HUD - quizá
se vayan a la deriva. Desgraciadamente, eso podría tener implicaciones muy
serias para el actual mercado financiero, ya que muchos valores corporativos y gubernamentales
dependen del flujo continuo de gastos públicos desperdiciados.
Como parte de nuestros esfuerzos, empezamos a publicar en Internet mapas de hipotecas
de HUD en mora, donde se encuentran lugares con grandes carteras de hipotecas en mora
de pago. Asimismo comenzamos a animar al HUD para que ofrezca ventas que tengan su
base en lugares específicos, lo que permitirían que los postores ofertaran
varios tipos de hipotecas y propiedades relacionadas con HUD en un solo lugar. Si
esto fuera exitoso, nos permitiría también hacer ofertas que optimizaran
el desempeño gubernamental en un lugar particular, incluyendo los activos de
otras agencias así como contratos, subvenciones y servicios.
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El mapa de la zona sur-centro (South
Central)
de Los Ángeles, California
(Mapa cortesía de Hamilton Securities Group) |
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Uno de los mapas que colgamos en la primavera de 1996 mostró las propiedades
que fueron financiadas con hipotecas unifamiliares de HUD en mora, en la zona sur-centro
de Los Ángeles, California. El mapa mostró moras y pérdidas significativas
de HUD en la misma zona donde tuvo lugar la ola de crack descrita por Gary Webb en
Dark Alliance. Tales patrones de cuantiosas de hipotecas en mora son síntomas
de un problema sistemático y muy caro, en el que se incluye el fraude sistemático.
Esto podría suceder, por ejemplo, en situaciones tales como aquellas en las
que las hipotecas se utilizaron para financiar casas por encima de las tasas de mercado
con valoraciones excesivas (uno de los patrones de fraude del HUD documentado en la
serie de televisión “Los Soprano”), o donde hipotecas en mora o
ejecutadas se pasaron a grupos privados por debajo del valor de mercado, o donde estos
tipos de fraude hipotecario estaban sosteniendo valores hipotecarios (tales como los
que emitían Ginnie Mae, Freddie Mac y Fannie Mae) que no tenían garantías
reales tras ellos. Este tipo de fraude hipotecario permite lavar ganancias de manera
que las puede multiplicar varias veces. La ciudad de Los Ángeles también
se constituía la zona con el flujo más grande de actividades en el Fondo
de Confiscación de Activos del Departamento de Justicia. Ya hubieran en ellas
arrestos por drogas y encarcelamientos, apoyo legal para las confiscaciones, aplicación
de normas del HUD, o incautaciones y confiscaciones de activos, estos mapas mostraron
las zonas que eran un gran negocio para las operaciones de los saqueadores.
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El mapa de Washington
D.C.
(Mapa cortesía de Hamilton Securities Group) |
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El mapa de New Orleans
(Mapa cortesía de Hamilton Securities Group) |
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