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Las compras apalancadas se constituyen como un fenómeno que se empezó
a presentar en los años 80. Una compra apalancada (leveraged buyout, o “LBO”)
es una transacción en la que un patrocinador financiero compra una compañía,
ante todo, con deuda. De hecho, se compra la compañía objetivo con el
dinero de la misma y con su propia habilidad financiera para repagar la deuda. Como
se describe en “Barbarians at the Gate: The Fall of RJR Nabisco” (Pgs
140-141):
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George Roberts and Henry Kravis, Navidad, 1995. Ambos
eran donantes importantes para el Partido Republicano. (Foto cortesía de Kohlberg
Kravis Roberts & Co.) |
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“En 1982 un grupo de inversión - liderado por William Simon, un
ex secretario de Hacienda -, adquirió una compañía de Cincinnati
llamada Gibson Greetings, e hizo que dejara de cotizar en bolsa. La compra ascendió
a 80 millones de dólares, de los cuales solamente un millón provenía
de su propio dinero. Cuando Simon hizo que Gibson cotizara en bolsa nuevamente, esta
compañía se vendió en 290 millones de dólares. La inversión
de 330.000 dólares realizada por Simon fue avalada en 66 millones de dólares
por conceptos de dinero y títulos de valor. Para 1985, a sólo dos años
después de lo sucedido con Gibson Greetings, habían 18 compras apalancadas
independientes valoradas en mil millones de dólares. En los cinco años
preliminares a la compra que llevó a cabo Ross Johnson [Presidente y Gerente
General de RJR Nabisco], la actividad de compras apalancadas totalizaba $181.9 billones
de dólares, comparada con apenas $11 billones generados en los seis años
anteriores a eso.
“Un número de factores se combinaron para avivar la histeria.
El código de rentabilidad interna - para generar intereses pero no dividendos
deducibles de los ingresos gravables - subsidió la tendencia. Esto provocó
que las compras apalancadas despegaran. Aunque lo que las hizo dispararse fueron los
bonos “basura”.
“Del dinero generado por cualquier compra apalancada aproximadamente
el 60 por ciento, de la deuda asegurada, proviene de prestamos de bancos comerciales.
Sólo más ó menos un 10 por ciento viene del comprador mismo.
Durante varios años, el 30 por ciento que quedaba – la carne en medio
del sándwich– venía de un puñado de grandes aseguradoras,
cuyos compromisos a veces tardaron meses en cumplirse. Luego, a mediados de los 80,
Dexel Burnham empezó a usar bonos “basura” de alto riesgo, para
reemplazar los fondos de las aseguradoras. El “zar” de bonos de dicha
firma, Michael Milken, había comprobado su capacidad para reunir enormes cantidades
de estos valores con poca antelación, con el fin de realizar compras hostiles.
Los bonos basura de Milken, bombeados en el negocio de las compras apalancadas, se
convirtieron en un combustible de alto octanaje que pasó a transformarlo de
un Volkswagen Escarabajo a un monstruoso automóvil drag racer que botaba humo
y fuego.
“Gracias a los bonos basura, compradores de las compras apalancadas,
alguna vez considerados muy lentos como para competir en la batalla que tiene como
objetivo tomar una empresa, pudieron hacer muy rápido sus propias ofertas,
por primera vez.”
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Lou Gerstner, ex presidente de RJR Nabisco,
dando un discurso en la ceremonia de graduación de Brown University en 1997.
En esa época John Birkelund era miembro del consejo de administración
de Brown y esta, a su vez, se constituía como uno de los inversionistas de
Cornell Corrections, empresa penitenciaria privada perteneciente a Dillon
(Foto cortesía de Brown University) |
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En una empresa muy apalancada, el dueño de las acciones no es quien realmente
tiene el control. Es el tenedor de los bonos o el acreedor, quien puede poner la empresa
en mora. Con todas las malas jugadas que se encontraban disponibles para los equipos
de “asesinato económico”, combinadas con la habilidad de un acreedor
para dejar una empresa en mora, ¿quién necesita un dueño visible?
Lo que quedó sin mencionarse fue la facilidad y elegancia con que los bonos
“basura” hicieron posible tomar compañías con narcodólares
y otras formas de dinero caliente, financiadas por poderosos socios que se encontraban
escondidos tras montones de deudas.
Emergió una creciente cantidad de firmas de inversiones atractivas y astutas
en los negocios, que competían por convertirse en propietarias registradas
de un amplio número de compañías que salieron de la bolsa, al
someterse a compras apalancadas. Entre estos casos se encontraba el de Kohlberg Kravis
Roberts & Co. (KKR), la firma de LBO que se apoderó de RJR Nabisco en 1989,
durante una de las tomas más visibles de la década que fue documentada
en Barbarians at the Gate. Dillon Read representó la junta directiva de RJR
Nabisco durante la transacción. Mientras la puja entre KKR y el grupo de gestión
dirigido por Ross Johnson - junto con Sheason Lehman - se intensificaba, recuerdo
quedar estupefacta sobre la inquietud de por qué pensaría alguien que
RJR Nabisco podía pagar la cantidad propuesta de la deuda. Después de
todo esto, mientras leía informes en donde se aseguraba que sí se estaba
pagando la deuda y los intereses, me pregunté cual era el truco de magia que
poseía KKR y que nos hace falta a los simples mortales. Según Barbarians
at the Gate, resulta que KKR logró ganar sin tener la oferta más alta
de la puja. Es posible preguntarse hasta que punto fue arreglado el proceso de licitación
para asegurar que ganara esta firma, o si fue manipulado por los medios de comunicación
para hacer parecer que la junta directiva tenía motivos para favorecer a KKR,
en lugar del grupo de gestión, aunque las verdaderas razones fueran otras.
Años después, leyendo entre líneas la demanda de la Unión
Europea, se me ocurrió que tal vez KKR simplemente había protegido una
de las principales redes de lavado de dinero del mundo, y que, tras el velo de una
empresa privada, había llevado esta red a un nuevo nivel. Durante el mismo
periodo, reclutaron a Lou Gerstner de American Express para dirigir un RJR ya más
dinámico y apalancado. Las demandas presentadas por la Unión Europea
contra RJR alegan que la cúpula de la dirección - incluso durante la
época en que Gerstner encabezaba la compañía como jefe ejecutivo
- dirigía las actividades ilegales de RJR directamente. Cuando la Unión
Europea se refirió a “los más altos niveles corporativos”,
así como a los “ejecutivos y directores”, en realidad estaba hablando
de Lou Gerstner, y - por medio de Gerstner y la junta directiva - el accionista controlante,
KKR.
Ya exitoso dentro de RJR, Gerstner dejó la empresa para ir a revitalizar
a IBM y luego fue nombrado caballero por la Reina Elizabeth. Después de renunciar
a IBM, fue escogido para dirigir el Carlyle Group en Washington a finales de 2002.
La demanda de la Unión Europea destaca los más ocultos talentos de Gerstner
que le ayudaron a revitalizar a IBM, uno de los contratistas militares y de inteligencia
más poderosos de todos, y a dirigir una firma de compras apalancadas como Carlyle,
que había construido su negocio con contratistas militares y de inteligencia,
así como con la inteligencia a la que tienen acceso tales contratistas [25].
Henry Kravis y George Roberts fueron dos de los fundadores de KKR. El padre de
Kravis –quién era exitoso en las industrias del petróleo y gas–
supuestamente fue un amigo de la familia Bush y tenía muchos enlaces estrechos
con Wall Street. Se decía que Henry Kravis y George Roberts, su primo y socio
en San Francisco, apoyaban generosamente a la campaña de Bush.
Para mi era inconcebible que KKR hubiera ganado la puja sobre RJR Nabisco pese
a sus ofertas bajas sin que el vicepresidente George H. W. Bush en la Casa Blanca
(quien acaba de triunfar en las elecciones) y/o Nick Brady en la Tesorería
hubieran intervenido con su mano invisible. El asesor legal de la Casa Blanca en la
administración Bush, el egresado de Harvard C. Boydeb Gray (ahora socio en
Wilmer Culter) fue heredero de una de las varias fortunas de RJR en North Carolina.
Cuando el equipo de puja –dirigido por Ross Jonson, entonces presidente de RJR
Nabisco– perdió frente a KKR, me pregunté: ¿será
que Nick finalmente se vengó de Ross Johnson por haber debilitado a la principal
empresa aseguradora después de la fusión con Nabisco en 1985?
Cuando Nick Brady llegó por primera vez a la Tesorería, parece que
tardó mucho en contratar personal y organizar su oficina de relaciones públicas.
Antes de salir de Wall Street en abril de 1989 para unirse al gobierno de Bush, los
periodistas solían llamarme buscando información general sobre él
y sobre su vida. Un reportero me preguntó si pensaba que Brady era lo suficientemente
duro como para sobrevivir en las aguas peligrosas de Washington. Respondí que
sí, que efectivamente Brady tenía una fina manera de comportarse. Aunque,
no obstante, el mundo estaba lleno de hombres y mujeres que nunca se imaginaron hasta
donde podría llegar.
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